Con un crecimiento económico del 7% anual, una población joven y numerosa y clases medias en ascenso, India se asocia con Iberoamérica en sectores como agronegocios, tecnología informática, energía, farmacéutica y automóviles. Sin embargo, aún quedan grandes oportunidades de negocio por explorar.
En las últimas décadas, con 15 años sostenidos de expansión extraordinaria, el crecimiento vertiginoso parecía ser la característica distintiva de la economía china. Pero en los últimos años, ha sido India la que sorprendió con impresionantes indicadores de crecimiento –7,6% en 2015 y 7,1% en 2016– frente a cierto freno de la expansión de China –6,9% en 2015 y 6,7% en 2016, la más baja de ese país desde 1990. Mucho se ha hablado, y con razón, del milagro económico chino y de su inevitable hegemonía. Pero en el sur de Asia, India muestra un sorprendente desempeño económico.
Sin embargo, como acertadamente constata Wallerstein en un reciente artículo, de todas las grandes potencias del mundo contemporáneo, India es la que recibe menor atención. Potencia nuclear con una de las fuerzas armadas más grandes del mundo, miembro del G-20 –lo que certifica su carácter de gran potencia– y uno de los cinco integrantes del emergente Brics, de modo inexplicable no ocupa el foco de atención que se merece, como puede verificarse con la mayoría de los análisis geopolíticos.