Las salazones de pescado, que se producían en las costas murcianas, ocuparon un lugar muy importante en el comercio del mar mediterráneo; su influencia y parte de su estructura pueden verse en el Museo Arqueológico y Factoría Romana de Salazones, en el puerto de Mazarrón.
Por Dolores Moreno
En tiempos del imperio romano, el Mar Mediterráneo se había convertido en uno de los centros comerciales más prósperos. El puerto de Cartago Nova (ese era el nombre de Cartagena) era uno de los más activos en el mundo de los intercambios, algo que había comenzado con la llegada de los barcos fenicios. Las ánforas eran los recipientes para almacenar los diferentes productos que se intercambiaban. Circulaban todo tipo de mercancías, entre ellas: las salazones, el vino y el aceite. Es justamente a unos 40 kilómetros al sur de esta ciudad donde otro puerto se convirtió en gran protagonista en materia de salazones: Mazarrón.
Cuenta la historia que durante los siglos IV y V, las orillas de esta ciudad portuaria estaban cubiertas por una gran factoría de salazones que ocupaba una amplia extensión al margen derecho de la bahía. Por esos años, Mazarrón era un importante centro económico murciano por la actividad pesquera que se desarrollaba en sus aguas.
Por su aporte al conocimiento de las bases económicas de la región durante la época imperial romana, la zona fue declarada bien de interés cultural con categoría de zona arqueológica. Para destacar la importancia de las salazones de pescado en las costas murcianas fue construido en ese territorio el Museo Arqueológico y Factoría Romana de Salazones.
Éste conserva gran parte de las estructuras de este complejo industrial, que tuvo su esplendor en la época romana, y que estaba destinado a la fabricación de salazones y salsas de pescado. Las fábricas tenían en su interior las piletas o tanques de salazón, en las que se maceraba el pescado con sal y se realizaban diferentes productos.
La importancia de las salazones de pescado
El imperio romano supo reunir los mejores alimentos que se producían. España aportaba principalmente aceite de oliva, salmueras de pescado y garum. Este último era, junto con liquamen y muria, una de las salsas de pescado que la cocina romana más requería. Tras un largo proceso de fermentación de las tripas de diferentes pescados, especialmente caballas, sardinas, boquerones y jureles, se obtenía esta salsa que era la más esperada en los puertos romanos de Ostia, Portus y Emporium.
El garum sociorum era el más cotizado de todos y este era comercializado desde Cartagena y Mazarrón. Cerca de estas localidades, en la playa de El Alamillo, aún hoy se vislumbran restos de una antigua villa romana que llama la atención por las piletas que siguen en pie y que servían muchos años atrás para la fabricación de salazones.
La factoría de Mazarrón, hoy convertida en museo, es otra prueba de la importancia que las industrias del pescado tuvieron en el período romano
Museo Arqueológico y Factoría Romana de Salazones. C/ La Torre esq. San Ginés | 30860 Puerto de Mazarrón (Mazarrón) | Teléfono: 968 59 52 42 | factoriaromanamazarron@hotmail.com | www.visitamazarron.com