Hace millones de años que los seres humanos manipulan las ramas de los árboles para hacer herramientas, prender fuego y construir casas. Hoy, la alta demanda de materiales ecológicos y los problemas en las cadenas de suministros a raíz de la pandemia del coronavirus elevaron los precios y volvieron a poner los productos forestales en el centro de la conversación.
Por Dolores Moreno
La madera, según la define la Real Academia Española, es la parte sólida de los árboles cubierta por la corteza. Tiene una estructura polimérica de fibra de celulosa en forma de tubo, acompañada de otras sustancias que también son aprovechables, como las resinas, los aceites, los taninos o diversos azúcares. Su nombre deriva del latín y tiene que ver con la matriz, la madre, el origen. Y visto su uso para tan diversas actividades y el lugar que ha ocupado a lo largo de la historia de la humanidad, no es extraño que de alguna manera se la relacione con el poder de dar vida. Desde la construcción de casas, barcos o muebles a la posibilidad de ayudar a crear el fuego, la madera ha sido clave para la supervivencia y aun sigue siéndolo. Además de ser uno de los materiales más adaptables a las diferentes industrias, su comercio es muy extenso y prolífero. Incluso algunos tipos de madera se han convertido en commoditie con el paso de los años y al tratarse de un recurso renovable se ha vuelto uno de los preferidos de cara a una de las metas globales: un mundo sostenible.
Según datos del ITC (International Trade Center), Canadá y China son los mayores exportadores de madera. Mientras que en el primer país los ingresos de dicha actividad comercial en 2021 alcanzaron los 22.496 millones de dólares, en el gigante asiático rondaron los 18.613 millones. Le siguieron de cerca: Alemania, que en el mismo período recaudó 13.043 millones, y Rusia, que sumó 11.748 millones de dólares (este 2022, la tendencia va a cambiar tras la repudiada invasión rusa a Ucrania, que generó trabas en las exportaciones); en el quinto lugar aparece Estados Unidos, con 9.730 millones de dólares recaudados. Este último se ha convertido en uno de los nuevos protagonistas de la industria, que produce algo así como 195 mil millones de kilogramos de madera por año.
En cuanto a los países importadores, el ranking está liderado por Estados Unidos (35.544 millones de dólares), China (24.237 millones de dólares), Japón (11.204 millones de dólares), Alemania (10.818 millones de dólares) y Gran Bretaña (10.213 millones de dólares).
En los últimos años, el valor de la madera se incrementó y llegó a un pico histórico —aumentó un 400%—, en parte como consecuencia de las nuevas demandas que trajo la pandemia del coronavirus, que hicieron que la construcción y los productos relacionados con el estar en casa se volvieran mucho más populares. Si bien el mayor incremento del valor fue en 2021, a principios de 2022 aún continuaba siendo elevado. Según expertos del sector, las razones están relacionadas tanto con un aumento de demanda como una disminución del suministro de troncos en gran parte de Canadá y los EE. UU. En paralelo, la cadena de suministro también sufrió interrupciones y se vio afectada por las tarifas y las condiciones meteorológicas adversas. Desde los incendios forestales en la costa oeste de EE. UU. y parte de la Columbia británica a las lluvias torrenciales en Canadá, afectaron el flujo.
Los diferentes tipos y usos de la madera
Existen tantos tipos de madera como especies de árboles. Se habla de más de 60.000, pero no todas son aprovechables. Se dividen en blandas y duras. Mientras que las primeras proceden de árboles de crecimiento rápido, perennes y coníferas, como olmos, álamos, pinos, cipreses y cedros, las segundas son más resistentes y costosas, ya que se obtienen de árboles de crecimiento más lento, como las maderas de caoba, roble, nogal, olivo, cerezo o fresno. No todas las maderas valen lo mismo. El precio va a depender de su proveniencia, características y el uso que se les pueda dar en el mercado; también su durabilidad y aspecto pueden modificar su valor. Las que tienen más estatus dentro de la decoración son: nogal, ébano, palo rosa, cumarú y sicomoro.
La madera tiene varios usos. No solo se utiliza para la construcción, sino que los diarios, libros, revistas, vallas, postes, textiles y productos químicos también están hechos de madera. Además, estos son un almacén de carbono y ayudan a limpiar la atmósfera. También hay medicamentos, como los que se usan para el tratamiento de la malaria, que están hechos con extractos de árboles.
En tanto, las nanofibras y los nanocristales celulósicos tienen una amplia gama de aplicaciones, como absorbentes, placas de sonido y aislamiento de alta tecnología, impresión 3D, electrónica, monitores LCD flexibles, champús, espumas, pinturas, pegamentos, alquitrán y formas casi infinitas de reemplazar el plástico. La lista sigue: la ropa, los envoltorios de caramelos, la arena para gatos, la cinta adhesiva, los aceites esenciales, los productos químicos, las bolsas, los sellos, la cinta adhesiva y muchos otros artículos se fabrican con madera. Así como también los instrumentos musicales de alta gama, como arcos de violín, guitarras y banjos, tienen piezas de madera especialmente seleccionadas de abetos, arces y otros árboles de los bosques del norte.
Los usos son tan amplios como su perspectiva hacia el futuro. Cabe destacar que más del 45% de los productos hechos con madera se pueden reciclar; también que los residuos de madera de las fábricas de madera contrachapada y pulpa se utilizan para crear nuevos productos de fibra o se queman para generar energía. Por lo que su perspectiva hacia adelante en un mundo que busca materiales sostenibles es bastante alentadora, sobre todo en lo que se refiere al mercado de los muebles y la industria maderera. Tanto la celulosa y el papel como la imprenta, atraviesan una crisis relacionada con la digitalización.
La historia de la madera
La historia de la humanidad está vinculada con la de la madera. Los seres humanos empezaron a manipular y a trabajar con las ramas de los árboles desde hace más de un millón de años. Los primeros homos encontraron en las ramas grandes aliadas tanto para construir herramientas como para prender fuego y mantenerlo vivo durante la noche. Su abundancia, fácil manejo y accesibilidad la convirtieron, junto con la piedra, en uno de los materiales esenciales a lo largo de nuestra evolución. De hecho, la bandera del Líbano tiene en el centro un cedro, al que consideran el árbol nacional y representa un símbolo del país que significa felicidad y prosperidad desde los tiempos del rey Salomón.
Mientras que primero su uso fue para la producción de herramientas y armas, al poco tiempo se descubrió su capacidad de combustión (los primeros indicios de fuego fueron encontrados en los yacimientos africanos de Chesowanja y Koobi Fora, en Kenia). Lo que marcó un cambio en la historia, ya que gracias al fuego se extendió el tiempo de luz. Algo que también repercutió en las relaciones sociales, cambió la forma de conservación de alimentos y mejoró la protección frente a los depredadores. Desde esta era en adelante, la madera ha sido clave en las diferentes etapas de desarrollo de la humanidad.
Entre el 9000 al 5000 a. C., el principal material de construcción para las casas era la madera, que, combinada con la paja, se usaba para crear ambientes resguardados (fue encontrada en Gran Bretaña una casa de esa antigüedad perteneciente al período mesolítico). Otro ejemplo de estas edificaciones se encuentra en las zonas pantanosas de los Alpes, donde hace 7000 años aparecieron los palafitos: viviendas construidas sobre pilares o estacas de madera en zonas de aguas pantanosas y en localidades costeras. También en esa época se empezaban a construir arcos, estacas y lanzas para la caza y la pesca.
Además de ser vital para los hogares y la supervivencia, la madera cambió las reglas de la navegación. Los primeros paseos sobre el agua se hicieron sobre grandes trozos de madera. Más tarde se construyeron embarcaciones más sofisticadas. Cuentan que fueron los egipcios quienes construyeron barcazas con los árboles que talaban en los bosques del Líbano. Más tarde usaron la madera para la fabricación de elementos con los que llenaban las pirámides. La rueda maciza se creó en el 3500 a. C. en Mesopotamia.
Durante la Era de Hierro, la madera siguió siendo importante para la construcción de casas. Si bien el ladrillo de barro era el material principal, se necesitaban moldes para fabricarlos y dejarlos al sol y estos eran de madera. En este período, los romanos inventaron la grúa, así como el arado y la vela, y fueron los responsables de ampliar el alcance del comercio. Los fenicios, por el año 800 a. C., dominaban el mar Mediterráneo gracias a los barcos de madera en los que se desplazaban. Eran una potencia militar y comercial y fundaron en la península ibérica varias ciudades, entre las que destacan Gádir y Cartago Nova, Cádiz y Cartagena. Más tarde los vikingos conquistaron el mar.
En la Edad Media, los carpinteros gozaban de gran popularidad. Entre el 476 y el 1500 se erigieron con vigas de madera construcciones como el Hall de Westminster. En tanto, en China, se levantó el Templo Nanchan (Wutai) en el 782. Por esos tiempos se expandieron los aserraderos de madera en medio de bosques en diferentes partes de Europa. También los revestimientos de madera de las grandes catedrales, como los coros o retablos trípticos.
En la Edad Moderna, entre 1453 y 1789, la madera se volvió sinónimo de algunos de los mobiliarios que aún hoy se exhiben en museos: los de la realeza europea. Francia y Austria fueron países pioneros en decorar y vestir sus palacios con objetos de madera tallados. Los estilos clásicos del Renacimiento, de los reinados de Enrique II y Luis XIV, son los que quedaron inmortalizados en fastuosos mobiliarios.
Luego de la Revolución Industrial, surgió la madera laminada de Friedrich Otto Hetzer. Por esos tiempos también se inventó el celuloide a partir de una solución alcohólica de nitrato de celulosa, el principal polímero que forma la madera. Así surgió la primera sustancia moldeable antes de endurecer y la base de la fotografía y el cine. Para el 1900, una serrería de pino de Idaho, EE. UU., inventó una forma de reciclaje de serrín y restos de poda en bloques de serrín prensado. Más tarde se crearon formatos de biocombustible más pequeños, siendo el más conocido el pellet, muy utilizado por su sostenibilidad y bajo costo.
En estos últimos años, la necesidad de reducir la contaminación ambiental y apostar por la arquitectura verde volvieron a poner la madera en el centro de la escena en materia de construcción.
En el siglo XXI, la madera se empezó a combinar con otros materiales para generar resinas y materiales sintéticos más ecológicos. En estos últimos años, la necesidad de reducir la contaminación ambiental y apostar por la arquitectura verde volvieron a poner a la madera en el centro de la escena en materia de construcción. Fue así como proliferaron los bosques artificiales de pino para abastecer la demanda.
La pospandemia, un nuevo paradigma
Una de las consecuencias inmediatas de la pandemia fue poner en el centro de la escena la necesidad de trabajar por un mundo más verde. Tendencia que venía asomando desde hace algunos años. La madera tiene todas las características para ser un gran material dentro de la industria de la construcción sostenible. Más allá de su condición ecológica, lo cierto es que, durante el 2021, el precio de la madera ascendió hasta casi convertirla en un bien de lujo. Sea por el aumento de la demanda de quienes optaron por invertir en la construcción o en la mejora de sus casas, o por la sustitución del plástico y otros materiales no renovables, la realidad es que el precio subió un 400%.
Según la agencia AP, en 2020, China fue el mayor comprador de madera en rollo (los troncos desarmados) de Alemania. Pekín compró 6,4 millones de metros cúbicos, el 50% de la producción generada por ese país. Esta superdemanda del gigante asiático hizo que aumentaran los precios europeos de muebles, papel y otros derivados de productos forestales.
Según un informe de Unemadera (Unión Empresarial de la Madera y el Mueble de España), tanto el mercado de vivienda nueva como el de reformas de EE. UU. complicaron la capacidad de ajuste de las cadenas de suministro, algo que coincidió con una caída de la producción en algunas naciones nórdicas. En Suecia, por ejemplo, los stocks están en los niveles más bajos en veinte años y no prevén una vuelta a la normalidad hasta finales de 2022.
La deforestación y la tala ilegal
Uno de los problemas en torno a la madera tiene que ver con la degradación producida por la tala ilegal de árboles. Esta práctica, según un informe de Greenpeace, afecta no solo las zonas tropicales (Amazonia, Cuenca del Congo, sudeste asiático), sino también regiones boreales (Rusia) y países exportadores (China, Finlandia, Suecia), quienes son a su vez compradores de madera talada ilegalmente en regiones vecinas. En algunos países, como Myanmar, la dictadura militar utiliza la madera como moneda de cambio para armarse y mantenerse en el poder.
Cabe destacar que, según un informe de FAO (Organización para las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura), la zona tropical tiene la mayor proporción de bosques del mundo: un 45%, seguida de las zonas boreal, templada y subtropical. Y más de la mitad, un 54%, de los bosques del mundo se encuentran en solo cinco países: la Federación de Rusia, Brasil, Canadá, Estados Unidos y China.
Según Greenpeace, la madera que proviene de la tala ilegal procede de países donde se da: incumplimiento de leyes, falsificación de documentos y blanqueo de madera, robo de tierras, tala en tierras públicas y tramitación de madera ilegal procedente de la deforestación. Incluso algunas madereras han sido acusadas de estar involucradas en violencia e intimidación, incluyendo amenazas de muerte y corrupción.
Para combatir este tipo de prácticas y cuidar la biodiversidad, se han promulgado leyes y dictado acuerdos que prohíben la madera ilegal en territorio europeo y estadounidense. En la Unión Europea, en el marco del Pacto Verde Europeo, la Comisión anunció tiempo atrás una nueva estrategia forestal: “Tendrá como objetivo garantizar bosques sanos y resistentes que contribuyan a la biodiversidad, los objetivos climáticos y la seguridad. Se centrará en la protección, restauración y gestión sostenible de los bosques de la Unión Europea, y en los bosques del mundo que aún no estén cubiertos”.
Sin embargo, siguen surgiendo noticias relacionadas con la tala ilegal; sin ir más lejos, en 2020, la empresa sueca Ikea fue acusada por la ONG Earthsight, con origen en Gran Bretaña, de usar madera que procedía de la tala ilegal de 4 millones árboles, algo que la empresa negó.
La degradación de los bosques, producida cuando se crean caminos para extraer la mayor cantidad posible de árboles de alto valor y se arrastra la madera para venderla generando así claros en el suelo, es el preámbulo de la deforestación. Ya que, cuando una empresa maderera crea caminos en lo profundo de un bosque, después le siguen otras empresas.
De acuerdo con el informe de la FAO, el punto crítico de la deforestación se encuentra en estos momentos en África. Más del 90% de la deforestación tiene lugar en los trópicos.
En 2021, la FAO publicó su última evaluación, que examina el estado y las tendencias de los recursos forestales durante el período 1990-2020. Entre las conclusiones se observó que, si bien los bosques siguen disminuyendo (el mundo ha perdido una superficie neta de 178 millones desde 1990, lo cual equivale a un área aproximadamente del tamaño de Libia), la tasa de pérdida se reduce. “La tasa de pérdida neta de bosques disminuyó sustancialmente durante el período 1990-2020 debido a la reducción de la deforestación en algunos países, además del aumento del área de bosque en otros mediante la forestación y la expansión natural de los bosques”, sostiene el informe.
En la edición de 2022 de El estado de los bosques del mundo (SOFO, por sus siglas en inglés), celebrada por la FAO, se analizó el potencial de las tres vías forestales para lograr la recuperación verde y gestionar las crisis planetarias multidimensionales, que son: detener la deforestación y conservar los bosques, restaurar las tierras degradadas y ampliar la agroforestería, y utilizar los bosques y crear cadenas de valor verdes de manera sostenible. Algo que se inscribe en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que contiene los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y que firmaron en 2015 más de 140 países.