Uno de los locales de Garret, en Chicago, donde nació la franquicia.

Los pochoclos gourmet, de Chicago al mundo

Los pochoclos gourmet de la empresa Garrett se popularizaron tanto que hoy son el producto estrella de muchos otros emprendedores en todo el mundo. ¿El secreto? Unir lo clásico con los sabores más actuales, pero sin olvidar el toque local de cada lugar.

Por Dolores Moreno

Lo que empezó como una idea, convertir en gourmet un producto popular, redobló la apuesta de una empresa familiar que desde 1949 se dedicaba a los clásicos pochoclos. Tan así fue, que Garrett, la compañía situada en Chicago que popularizó los pochoclos gourmet —de mantequilla de maní, picantes, de queso, de castañas de cajú, entre otros sabores—, hoy cuenta, además de los 13 locales en la ciudad de los rascacielos, con locales alrededor del mundo y se estima que recauda millones de dólares al año.

Para cualquier turista que visite Chicago, además de imaginarse a Batman en Ciudad Gótica o probar la pizza de Giordano’s, uno de los must es ir a Garrett a comer pochoclos. La tienda alcanzó tal notoriedad que no es de extrañar ver en su local, ubicado en la avenida Michigan, una larga fila de personas. También hay un puesto en el aeropuerto internacional O’Hare, donde los viajeros que no tuvieron la oportunidad de probar los distintos sabores de esta propuesta gourmet pueden hacerlo antes de dejar la ciudad. Las recetas exclusivas de Garrett incluyen: CaramelCrisp® (que se puede seleccionar con nueces), CheeseCorn, Buttery (un postre vegano), Plain y el famoso Garrett Mix®, que combina la dulzura de CaramelCrisp® con CheeseCorn.

Más allá de la expansión dentro de Estados Unidos (hoy Garrett, que se jacta de tener una receta secreta y saludable que pasó de generación en generación, se encuentra en Las Vegas, Detroit, Atlanta, Dallas, Washington D. C.), la marca llamó la atención del mercado asiático. También hay tiendas en Singapur, Malasia, Tailandia, Hong Kong, Japón, Corea del Sur, Taiwán y los Emiratos Árabes.

Con la globalización y el boom de los viajes, la idea de Garrett se transformó en algo más: una nueva industria que fue replicada en distintos países que quisieron tener su versión local de pochoclos gourmet. Así fue como surgieron nuevas marcas en el mundo.

Doc PopCorn y el sueño de una pareja neoyorquina

En la cocina de su casa en Manhattan, Rob y Renee empezaron a jugar y a crear sus propios sabores de pochoclos. Lo que fue un hobby, en 2009 se terminó convirtiendo en un trabajo. Desde ese departamento en Nueva York, Doc Popcorn dio un salto cuántico: hoy tiene más de 100 franquicias en el mundo. Además de sus tiendas en EE. UU., están presentes en México, Chile y Perú. Entre los sabores que ofrece Doc Popcorn, se encuentran: manzana, jalapeño, caramelo, manteca dulce, cheddar, canela, triple queso y pickle. En paralelo, la firma también comercializa el empaquetado de los pochoclos como vía complementaria de ingresos para un asociado que debe afrontar una inversión inicial que ronda los 50.000 dólares.

En Europa

Años atrás, Scarlett Johansson inauguró en París su propia marca de pochoclos en el barrio de Saint-Gervais: Yummy Pop. La actriz quiso llevar esta experiencia de snack saludable y con sabores novedosos del otro lado del océano Atlántico. Entre los gustos que pensó para este emprendimiento, se encuentran: sal marina, aceite de oliva, queso cheddar, frutillas con crema y hasta trufas.

También hay oferta de pochoclos en España, Gran Bretaña e Italia. Un local muy kitsch fue el primero en abrir en Madrid: chico, colorido y pop. Esa fue la búsqueda del primer All Pop del mercado. Más tarde, y ante el éxito que tuvo este pequeño local con pochoclos gourmet y packaging colorido, la expansión a otras ciudades de la península ibérica. Como novedad, esta tienda sumó sabores: desde barbacoa, coco, sandía y coca cola hasta las importadas desde Holanda y el Reino Unido. Tienen en total 20 gustos y la idea, según cuentan sus fundadores, se les ocurrió luego de ver una larga fila en una tienda de “palomitas de maíz” en Chicago.

Algo parecido pasó con Joe & Seph’s, una pareja de ingleses que, tras su paso por Estados Unidos, creó su marca. Hoy venden online y tienen una oferta de sabores estacionales que van desde caramelo salado hasta crazy pimienta y chili; también de queso de cabra, pimienta negra, chocolate, menta y de tragos, como mojito o margarita. Para esta pareja, el límite es la imaginación. Sus productos están envasados al vacío y pueden conseguirse en Amazon.

La versión italiana de los pochoclos gourmet lleva el nombre de Fol. La tienda nació en Turín y la idea fue “trasladar los sabores italianos” a este producto y así aparecieron: chocolate blanco, praliné, chocolate negro con naranja, pizza margarita o recubiertas de crema de salami calabrés. Además de varios locales en su país de origen, la marca hizo pie en Holanda y Rumanía.

En la Argentina

Dos emprendedores encontraron en este negocio una oportunidad. Fabián Harari viene de una familia relacionada con el cine. Fue así que se interesó en el mundo de los pochoclos gourmet y creó junto a su hermano Marcelo su propia marca, Popu’s. Y como tuvo un pálpito, decidió abrir dos locales de una, uno en Villa Crespo y otro en Palermo, para los que invirtió alrededor de 5 millones de pesos. “En 2008 me fui a EE. UU. para conocer cómo era el mercado y, aunque sabía que acá era como tirarse a la pileta, decidimos apostar fuerte y abrir dos sucursales casi en simultáneo”, cuenta. Hoy venden cinco tipos de pochoclos y gran parte del negocio está en su e-commerce. “Creo que las plataformas de series ayudan a crear la situación del consumo de nuestro producto en casa mientras se ‘maratonea’ una serie durante el fin de semana, por ejemplo. De hecho, tenemos muchas ventas con los servicios de delivery”, suma el emprendedor. Además, detalla cuáles son los gustos más pedidos: frutos rojos y cheddar derretido, ralladura de limón y cookies and cream.

Hank’s es la otra marca argentina de pochoclos gourmet. Son dos rosarinos los responsables de este emprendimiento que abrió sus puertas en el corazón de Pichincha (Rosario). Como otras marcas, se inspiraron luego de un viaje a Estados Unidos. “El proyecto surgió porque vimos que hay negocios de pochoclos gourmet en EE. UU., principalmente en la ciudad de Chicago, pero acá no había ninguno. Yo había viajado hacía algunos años y quedé sorprendido por el tratamiento que le daban al pochoclo, que se considera gourmet porque tiene un tratamiento en cocina similar al de la pastelería. Con mi socio buscamos hacer algo nuevo y nos quedamos con esta idea”, detalla Martin Kierzkowski. La carta de Hank’s incluye distintos sabores de pochoclos: cookies and cream, chocolate, coco, cheddar y dulce de leche. “Queríamos darle al local una impronta norteamericana, pero con sabores adaptados para nuestro público”, agrega. En la misma ciudad, otra marca: Mis abuelos. Desde 1954, esta pyme familiar se jacta de hacer los mejores pochoclos y de pasar el secreto de generación en generación. Fueron los nietos de los fundadores quienes incorporaron la idea de ponerle el toque gourmet a los pochoclos. Es por eso que se sumaron sabores a los clásicos. Entre ellos, destacan: pochoclos salados con nueces sabor finas hierbas, dulces bañados en chocolate y coco y los bañados con Oreo y chocolate blanco.

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