El lino, el tejido más antiguo de todos

Este material, usado desde hace siglos pero que perdió notoriedad por su alto costo, vuelve a querer ser usado por las marcas debido a sus cualidades y su sostenibilidad.

Por Dolores Moreno

Los primeros registros del uso de este material datan de la prehistoria y, a lo largo de más de 30 mil años, ya sea por las propiedades termorregulables de su tela o por ser un cultivo ecológico, no ha podido ser reemplazado. De su apogeo en la Edad Media a su desplazamiento por la industria del algodón, esta fibra se convirtió en uno de los textiles más caros y codiciados que hoy vuelve a cobrar notoriedad por ser el más sustentable.

Ya sea por el proceso, que en muchos casos se hace de manera artesanal, o por las propiedades de su tela, la fibra del lino es una de las más costosas del mercado. Algo que la convierte en un producto de lujo al que se vincula tanto con prendas de alta costura, frescas, elegantes y cómodas, como con la ropa de casa. Se trata de un material que es muy cotizado por sus características termorregulables. Además de ser resistente a los rayos UV y ecológico, es un tejido fuerte que garantiza durabilidad y, contrariamente a lo esperado, mejora con el uso.

Existen dos tipos de lino: el oleaginoso, cultivado por su aceite, y la fibra de lino, la materia textil con la que se hace la tela y que se saca de los tallos, rectos y huecos, de la planta del mismo nombre. La especie pertenece a la familia de las lináceas y su denominación en latín es Linum usitatissimum (lino utilísimo). Tiene hojas lanceoladas y flores de cinco pétalos, llamativas por su color azul. Su fruto es una cápsula redonda que contiene hasta diez semillas pequeñas ovaladas de color castaño brillante.

Si bien existe un mercado grande interesado en la semilla por sus propiedades (es fuente de ácidos poliinsaturados esenciales y sirve como antiinflamatorio), la tela es la que más rentabilidad da. Mientras que las principales áreas de cultivo de lino textil solían situarse en Europa occidental (Francia, Bélgica, los Países Bajos y Alemania), en los últimos años ha entrado un nuevo jugador. Según datos del International Trade Center (ITC), el podio de la nación que más lino textil exporta lo ocupa China. Solo en 2019, el gigante asiático exportó un total de 25.201 toneladas de hilo de lino, el 60% del total, dejando muy por detrás a Italia (12%), Polonia (7%), Lituania (5%) y Francia (2,5%), quienes juntos no alcanzan ni el 25%.

Por otro lado, los países que más lino importaron en el mismo período de tiempo fueron: Italia (9.743 toneladas, a 105 millones de dólares), India (49.479 toneladas, a 49 millones), Turquía (3.841 toneladas, a 41 millones), Portugal (3.345 toneladas, a 37 millones) y Corea del Sur (4.757 toneladas, a 35 millones).

Un poco de historia

La tela de lino es la fibra más antigua de la humanidad. La interacción del hombre con este material comenzó en la prehistoria. Años atrás un equipo de arqueólogos descubrió fibras de lino de 34.000 años en la cueva Dzudzuana, situada en la falda de una montaña del Cáucaso, en la República de Georgia. Según la revista Science, estos tejidos no procedían de un cultivo. «Sabemos que es lino silvestre que crecía en las inmediaciones de la cueva, y tras analizarlas con carbono 14 podemos asegurarlo», reveló Ofer Bar-Yosef, profesor de arqueología prehistórica de la Universidad de Harvard y uno de los directores de la excavación.

Desde entonces, hay distintos testimonios de su uso. Desde Asia central a Europa, existen algunas pruebas de cómo esta fibra atravesó civilizaciones. En Turquía y Egipto, por ejemplo, el lino se utilizaba para la fabricación de indumentaria desde los siglos VII y V a. C., respectivamente. Su capacidad de absorción, hasta un 20%, y su cualidad de secar rápido convertían a este material en el ideal para climas cálidos. Las momias egipcias estaban envueltas en este tejido; los antiguos griegos usaban el lino para hacer prendas de vestir y artículos para el hogar, pero fueron los fenicios, que lo usaban para las velas de sus barcos, quienes expandieron su alcance al resto del mundo. Tiempo después, su uso se ramificó y empezaron a emplearlo en la pintura como lienzo; también sirvió para la fabricación de papel para escribir durante más de siete siglos. La importancia que tuvo esta fibra quedó registrada en varias páginas de la Biblia y también en el Santo Sudario de Turín, que, según fue descubierto, estaba hecho de este material.

El apogeo del tejido del lino en Europa durante la Edad Media —se extendió desde Alemania a los Países Bajos y llegó a Inglaterra— duró varios siglos. Se usaba tanto para la confección de indumentaria como para ropa interior, sábanas, camisas, pañales, forro de las prendas, entre muchos otros usos; y era la fibra más importante después de la lana. Al tiempo que Belfast (Irlanda) llegó a conocerse como «Linenopolis», debido a su floreciente comercio, el tejido cruzó el Atlántico y se impuso en las colonias americanas. Solo después de la revolución industrial y del cultivo masivo de algodón en los Estados Unidos en el siglo XIX, el lino se vio desplazado por no poder competir con los bajos precios. Entonces, las industrias textiles empezaron a producir la fibra de lino mezclada con otras fibras, como el algodón y la viscosa, para reducir los costos.

En la actualidad

A pesar de los avances tecnológicos que han facilitado las cosas, el tejido de lino continúa teniendo un proceso de producción relacionado con lo artesanal. Además, la planta del lino en sí requiere una gran atención y, como la fibra no es elástica, es difícil de tejer sin romper los hilos. Motivos que lo convierten en un producto costoso y exclusivo. Su textura fuerte y noble, que puede ser suave o áspera pero siempre fresca, es muy buscada tanto en la industria de la moda como de la ropa de casa. Sus cualidades siguen siendo tan peculiares que hasta la fecha no hay tejido ni tela sintética que haya podido igualarlas. Una de las características que se destaca del lino es que se trata de un cultivo ecológico: se planta de forma natural, sin necesidad de fertilizantes ni pesticidas y que apenas necesita de riego durante los meses de crecimiento. Asimismo, para procesarlo y transformarlo en tejido no se requiere de mucha energía, no genera residuos y es totalmente biodegradable. Los precios de la tela de lino tejida fluctúan entre 5 y 12 dólares por metro, lo que la convierte en una de las más caras del mundo.

Como ocurre con la mayoría de los textiles, China es actualmente el mayor productor de lino. Sin embargo, la producción de alta calidad sigue siendo una parte importante de las culturas de muchos países europeos. También, los tejidos de los Estados Unidos e India son reconocidos por su calidad. En esos mercados se trabaja más en la tapicería y los artículos para el hogar.

Europa y su garantía de calidad

Según la Confederación Europea del Lino y el Cáñamo (CELC), que trabaja con lino 100% hecho en Europa, desde el campo hasta el hilo y la tela, “mientras que el 90% del lino europeo todavía se destina al mercado textil (60% para la ropa, 15% para la ropa del hogar, 15% para el mobiliario), el 10% restante se utiliza en otras industrias”. Es justamente en este continente donde este tejido se fue perfeccionado y donde aún se sigue considerando una tela que en siglos pasados captó el interés de Alejandro Magno, Luis XIV y otras personalidades de la historia.

El tejido de lino europeo, según Master of Linen (marca que representa a varias empresas del sector), es considerado el mejor del mundo. La tradición que pasó de generación a generación es una de las razones, a lo que se le suma el aporte de las nuevas tecnologías. Mientras que el lino belga es el más reconocido, para algunos expertos las mejores hilaturas son las italianas. También destaca el hilado de Irlanda, Austria, España, Alemania, Francia, Polonia y Gran Bretaña.

Marcas que lo eligen

Existen diferentes tipos de lino de acuerdo al grosor de sus hilos. Entre ellos destaca el lino Damasco, que fue denominado de esta forma por ser la primera tela de este tipo que se tejió en Siria. Este lino combina tejidos satinados con lisos, que crea así un patrón de formas tan variadas como atractivas. En tanto, el lino rugoso, con fibras más gruesas, es ideal para ropas de trabajo; más delicado y suave es el lino para toallas y, siguiendo con la línea de la casa, la vedete de los tejidos, el lino ropa de cama es una tela más pesada y fuerte que no pierde suavidad al tacto. Por último, el lino que se utiliza para la ropa, que tiene un acabado más parejo, fuerte y absorbente, es ideal para climas cálidos.

Diseñadores de diferentes partes del mundo destacan la frescura y la durabilidad de este tejido y lo tienen especialmente en cuenta para sus colecciones de verano. Sin ir más lejos, años atrás, Uniqlo, la tienda japonesa que se caracteriza por crear prendas duraderas, lanzó una colección de lino 100% premium cultivado en Europa y mejorado gracias a técnicas que reducen los nudos que suelen aparecer en las fibras para hacerlas aún más suaves. Desde camisas para hombre y mujer a blusas, pantalones y prendas de punto entraron en el catálogo. 

Este tejido tiene larga data en las marcas más refinadas: cuentan que, en tiempos de Benito Mussolini, Gucci fue de los pioneros en experimentar con materiales de lujo atípicos, como el lino y el cáñamo. En la misma línea de marcas de lujo, Chanel, Louis Vuitton y Prada tienen, entre sus productos destacados, carteras, bolsos y vestidos de lino. También son un clásico elegante y liviano las camisas y los trajes de tela de lino de Dolce & Gabbana.

Además, Mango, Zara y H&M, entre otras tiendas, cada día están más interesadas en sumarse a las marcas de triple impacto. Las mismas persiguen otros fines además de la rentabilidad financiera; entre ellos, generar un impacto social a través de acciones en determinadas comunidades y de prácticas medioambientales que contribuyen a la mitigación del cambio climático para, de esta manera, a cuidar el planeta. Esto es algo que está calando hondo en el mundo textil, donde más y más compañías se inclinan por materiales ecológicos y reutilizables, por lo que la tela del lino se convierte en un material aún más tentador por ser uno de los más sostenibles del mercado que, siglos después, vuelve a estar en boca de todos.

Infografía

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