El artista, oriundo de Murcia, encontró la forma de hacer convivir las miradas con fondos disgregados a gran escala; sus murales adornan ciudades a lo ancho del mundo y sorprenden tanto por sus colores como por el realismo de sus expresiones.
Carlos Callizo desde hace tiempo que encontró un estilo donde se destacan su delicadeza para retratar expresiones y la saturación de colores. Abierto a las nuevas tendencias, el profesor de la Facultad de Bellas Artes de Murcia amplió su alcance y pasó de los lienzos a obras a gran escala, y hoy es uno de los referentes españoles de arte urbano en el mundo. Sus pinturas pueden encontrarse tanto en formato cuadro como en murales enormes que adornan ciudades en diferentes países. Desde España a Turquía, pasando por China y Polinia, las obras de Callizo se imponen en fachadas de edificios y son un testimonio vivo del lugar que ocupa mundialmente esta expresión pictórica. “El arte urbano es algo que está empezando, yo suelo decir que lo que estamos viendo es la punta del iceberg”, dice el artista a Marco Trade Revista.
Y agrega: “Tras la ruptura que se dio a mediados del siglo pasado entre la pintura y la gente, el arte urbano ha vuelto a captar a la población. Esta recuperación de la pintura es lo que va a hacer que vaya a más. Estoy convencido de que en los próximos 30 años va a haber una eclosión del arte urbano”.
Las pinturas de Callizo entran dentro de lo que se conoce como Realismo Espontáneo, estilo que se caracteriza por el gesto y la soltura en el trazo que, en el caso de este artista, se combinan con exuberancia de color y abundante carga de materia pictórica. “Me gusta definir mis pinturas dentro del realismo. Lo que pasa es que hacer pintura realista, en mi opinión, no debe implicar ser un esclavo de la mímesis. No hay que estar imitando a la realidad desde el exceso, sino partir de una imagen reconocible y crear una imagen generada desde la realidad, pero tras investigar el color, la composición, las formas. En mi caso, intento desarrollar a través de la descomposición de la realidad, de ese juego de color y de formas, hasta llegar a la imagen que tenía en la cabeza”, cuenta.
Sobre cómo es el proceso que sigue a la hora de concebir sus obras, cuenta: “Cuando arranco una obra, parto de una imagen, a partir de ella la visualizo de un modo más o menos acabado. Pero es cierto que la obra toma su propio camino. A veces pienso que los artistas somos meros instrumentos, que es la obra la que pugna por salir y nos utiliza como herramienta”.
“Tras la ruptura que se dio a mediados del siglo pasado entre la pintura y la gente, el arte urbano ha vuelto a captar a la población. Esta recuperación de la pintura es lo que va a hacer que vaya a más”.
La atmósfera disgregada y la focalización son la marca registrada de este autor que tiene entre su máximo referente a Pablo Picasso, de quien destaca su creatividad en diferentes formatos. “A mí me encanta ese punch de creatividad que tenía Pablo Picasso, que fue capaz de destacar en ámbitos muy distintos, desde escultura hasta forma figurativa y pintura matérica, con la que se alcanza una tercera dimensión” dice el pintor.
Efecto que, de alguna manera, consigue con sus murales gigantes. Para crearlos, el autor primero trabaja sobre cuadros preparatorios (“suelen ser entre uno y tres”), pero el desafío real está en pasar esa idea a proporciones más grandes. “En La Paz, en Murcia, pinté un mural que tiene 33 metros de altura en un edificio de 10 pisos. Lo más complicado es trasladar las escalas. Cuando estamos en la grúa, y estamos pegados en una pared de estas dimensiones, no vemos lo que estamos haciendo, necesitamos tomar distancia para ver mejor”, cuenta.
Y suma: “Estar trabajando en pared y en el estudio en cuadro ha generado un efecto muy curioso: mis murales se parecen cada vez más a mis cuadros, pero también mis cuadros se parecen más a mis murales. Entonces cuando estás pintando un cuadro estás pensando en la pared y viceversa”. Para Callizo, el arte, como las personas, evoluciona; y, en su caso, esta evolución lo llevó a poner mucho más de sí en cada obra que concibe. El realismo para él es una fusión entre lo que ve y lo que quiere mostrar. En ese camino y en el contraste entre facciones y lo abstracto está ese toque que lo define y que puede verse plasmado en murales que se imponen en varias ciudades del mundo. Pronto, el murciano llegará con su vibrante propuesta a Egipto y seguirá expandiendo esas miradas hipnotizadoras que sabe inmortalizar.
